La más de las veces, yo misma,
sin ir más lejos y sin andamios
que amparen a mis aparejos,
con una sola palabra disipo todas las dudas:
es la ignorancia la que me cobija,
la que me nombra la predilecta
de entre todas sus hijas.
A ella me entrego a cada momento
y de ella aprendo lo que no debo.
Me vuelve osada y audaz,
temeraria en las formas. Y en el fondo
más suicida que cobarde.
Si hay que apostar a lo evidente
yo, apuesto siempre a lo improbable.
Saltándome las normas de la razón
más innegable, encuentro motivos
para desnudar la vida...Y con ella,
desnudarme las ideas más peregrinas.
Me ahogo en ocasiones. No sé nadar
ni en el charca más mínima.
No calzo alzas ni botas de caña larga
y cada charco se me hace un océano
de miles de millas, de miles de oleajes imperfectos...
Quizá por eso construyo naves
de mi talla y dimensiones desmedidas.
Pero que nadie piense, que ni aun
con ello, aprendo a navegar entre dos aguas,
y guardar la ropa bien escurrida.
Siempre termina la aventura
de la manera más socorrida:
nada soy, nada sé, nada espero,
nada pido, nada quiero,
nada más que llegar a mi orilla.
Y fundirme en un abrazo con la arena removida
de mis torpezas, de mi ignorancia,
de mis errores, de mis sombras,
de mis faltas más queridas...
.
Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen Galatea Santos® / Ría de Villaviciosa (ASTURIAS)
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