Te
pierdo cada tarde
al fondo del horizonte borracho de
franqueza...
Esclava de su astucia,
mi desmemoria me roba
con ahínco tu silueta,
tu voz, tus pasos que sobre el agua
ondean hacia mi
orilla...
Y
allí los recojo. Los guardo en mis bolsillos
dónde
camino a mi piel todo vuelve a tener sentido
a
mí pesar...
Desde
este frío páramo que no perdona nada
observo
tu orilla, dónde no me aguardas.
Aprieta
la pena bajo mi sombrero
y
el sabor de la derrota se agarra a mi garganta
en
un último esfuerzo por sobrevivir al olvido.
Aquí
son las águilas las que abren las puertas
del
cielo de par en par.
Mientras,
reniego de la eternidad.
Nadie
mejor que yo conoce la inmensidad de lo efímero.
.
Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen: Galatea Santos® / ACANTILADOS DE CARRANQUES (ASTURIAS)
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