Mi querido lector, dos puntos…
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Volvió la luz y no le encontró.
Quizá por ello volvió a irse sin dar más explicaciones
que el alba gritaba su nombre y debía de atenderla…O no…
Porque existen
amaneceres muñidos
que no hacen honor a su nombre,
más bien pareciera que no quieren hacer amanecer a la vida,
sólo dejarle una caricia algodonada.
Aunque sea dejando caer un frío y espeso gris
sobre nuestras locas cabezas.
Y a cuenta de ello le cuento que volvieron
aquellos que un día fueron y se fueron.
Supongo que acudieron al llamado
de los que ahora necesitan poner una vela al diablo.
Gracias a dios (cualquier dios) que no rezo jamás,
que de hacerlo me encontraría nadando en el espanto.
Incluso yo que no sé nadar en otra cosa
que no sea el negro asfalto. O el verde de los llanos.
Mi querido lector, aquí dejo mi huella.
Y no para que usted la siga.
Y menos ahora que lo suyo sólo es dar pasos cortos.
Si no para que vaya un poco más lejos.
Aunque sea mecido sobre mis párpados.
Está volviendo la vida, la luz,
otro tiempo más hermoso, menos escualo.
¡A las pruebas me remito!
Florecen ya los frutales.
Y los paisajes. Mire por mi ventana.
Mírelo allí, solitario.
Sabiéndose uno más entre tantos.
Sabiéndose de usted, hermano.
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Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen:Galatea Santos®/ Cerca de Alcolea de Calatrava
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