Mi querido lector, dos puntos...Y medio, que hoy estoy
generosa en extremo:
.
No me salen las cuentas. Ni los cuentos.
Mi incapacidad numérica se está llevando por delante
mi, ya escasa, capacidad verbal.
Dicen que todo es un toma y daca...¿O era daga?.
Tomar y dar a cambio.
Pero ¿Qué ocurre cuando quién recibe se queda todo para
si ?
¿Cuando nunca es suficiente?.
Cuando se vuelve insaciable, insaciante…
!Un agujero negro, vaya!..
Ayer mismo oí hablar de ese agujero negro,
de esa puerta (quizá) al infierno,
a lo desconocido que traga todo desde el centro de la
galaxia...
De nuestra galaxia, que no de nuestro universo conocido.
Ese agujero que ha hecho saltar por los aires
todas las teorías cósmicas, místicas y físicas
desde el comienzo de los tiempos,
hasta estos tiempos donde todo termina
como si nunca hubieran existidos todos aquellos momentos...
O eso contaron…que en realidad,
el universo siempre fue lo que es...
que somos nosotros los humanos los que nunca
nada entendimos...
Y le imaginé en su borde, allí sentado,
del agujero, digo
de la bahía que ese mar negro...
Con los pies colgando entre la negrura de su alma
y el blanco de las estrellas que de puntillas
gritaban su nombre al viento.
Allí, haciendo equilibrios y no decidiendo aún
si dejarse engullir por su sauces,
o dar un paso atrás y volver su mirada
hacia la luz y el regazo de las estrellas...
Ninguna fuerza de la gravedad...o la levedad...
parece suficientemente fuerte como para atraerle de nuevo
hacia la vida...
hacia la realidad que nos circunda cada día
bajo este sol que se resiste a nublarse por tormenta
alguna.
No parece que haya sido parido el invierno
con la suficiente fuerza para ello..
Que pa tormentas, las suyas...
Que pa mí, su tormento...
.
Elizabetta Puig® / Derechos Reservados
Imagen Galatea Santos® / Luna llena sobre Sierra Madrona
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